No puedo evitar pensar en aquellos traumas ajenos o en esa conversación simple de un momento sereno. Vuelta tras vuelta de una experiencia malgastada para al final solo aprender que puedes amar a tu amada.
Pues solo unos siglos después reposara en tu pecho, un corazón maltrecho de fría y ardiente bondad. Después de oír sus latidos, podrás al fin entender, que lo que amabas de su ser era mucho más que su cuerpo.
Tras unos latidos muertos, escucharas mi voz creciente, tu cabeza sobre mi pecho, el que lograra serenarte. Y al escuchar ese sonido podrás incluso ver, que por lo que yo te quería no era sucio ni soez. Y cuando yo escuche tu corazón dentro de tu pecho, voy al fin a decir cuanto en verdad te quiero…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario