Una palma levanta un dedo y recoge las lágrimas de
soledad, y la sangre se derrama a su dorso desde sus venas. Apunta la cabeza
contra el muro, se lanza, explota.
Un dolor se expande por todo tu cuerpo mientras las
sombras de tu pasado atacan tu presente. Ves a lo lejos las lágrimas ajenas de
un rostro familiar; Temes verte débil y entonces renace tu cáscara y muere tu
humanidad y ante el resto, nada ha cambiado, sigues siendo un niño, un
inmaduro. Y realmente vez que no importa ya nada, al igual que ayer, ya no
sabes a quien recurrir y ni siquiera puedes ya mirar, ni siquiera puedes ya
correr, ya no puedes siquiera hablar.
Y un dolor desconocido carcome tu alma, extingue tu
fuego, ya no hay salida.
Quedaras atrapado en este mundo, encerrado en tu
sangrienta y trágica mascarada…
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