No era nada fuera de lo normal, tenía los ojos color castaño
claro. Si lo veía fríamente, podría ser cualquier persona.
Sin embargo, veía más de lo que podía describir físicamente. Entre el
brillo deslumbrante del flash se vislumbraba una boca deseable, besable, ansiosa por amar. O eso quisiese pensar.
Son detalles los que encantan, el afecto que comparte cuando se le ve
acariciando un perro en la calle, la poesía escondida en cada párrafo, en cada
página.
Me enciende su sutil manera de actuar, su ligereza, su sonrisa
traviesa. Me imagino su lado escondido, la veo desnuda, la veo riendo, la veo
cantando. Me hace sentir que quiero amarla, pero temo equivocarme dejándome llevar por la ilusión, la veo sensual, la veo lejana, la veo mágica. Y no puedo
evitar pensar que el encontrarnos haría un bien a la naturaleza, a la belleza,
a la bondad, a la pasión.
No sé que será? La envuelvo en deseo, la amo en secreto y se pierde
el sueño entre la velocidad del tiempo, los tabúes, los “no puedo”. Sí tan sólo
pudiese hablarte, si tan solo me dejases perderme en tu cercanía.
Dejándome ser yo mismo, ayudando a liberarte del prejuicio,
de la idiotez. Una de mis musas me va llenando de emociones, entre liricas
sensuales, dramas sexuales. Entre lujuria y deseo, entre sincerad y la
libertad…
Baila mi chica eléctrica, explota tu esencia, disfruta, lo
que venga, lo que llegue, y que los males sigan de largo, el control social, la
pobreza, las apariencias, el “que dirán?”
Quizás no este refiriendo a una sola musa, tal vez busco una mezcla perfecta, una
combinación imposible. Por eso prefiero
dormir y quedarme aunque sea un instante a su lado, sin rollos ni problemas de sinceridad ni
miedo. Sólo siendo nosotros mismos, en la pureza de un momento profundo