Anoche llovió, al fin.
Fue como un reencuentro con un
antiguo amor.
El agua resbalaba sobre mi ardiente cabeza.
Bajaba los grados del ambiente.
Es ese momento en que puedes disfrutar
toda circunstancia, de cualquier modo.
A pesar de eso. Que delicioso hubiera
sido tenerte a mi lado.
Charlar, mirarte fijo
sin miedo a amarte.
Abrazándote, olfatear el dulce aroma de tu voz;
saboreando el néctar de blanca piel.
Noches en las que te siento en mi regazo para acariciar tu espalda,
tu cuello. Ese que es mío para siempre.
Tomar tus caderas sujetándote contra mi erizada piel.
Cobijarte, abrigar tu ser. No temas que daño no te haré.
Vence el miedo de vencer,
de vivir, de caer.
De todas formas te sujetaré.
Si el aliento pierdes, el mío te daré.
Mi bella musa, no te abandonaré,
si el tiempo nos separase. Encontrarte yo podré.
Te amo y espero no temas hacerlo también.
