Amanece sobre la ciudad,
abro los ojos esperando como siempre, que este día sea igual que todos. Y la
bruma embellece la urbanidad, la carretera brilla como si quisiera arder, las
hojas taladran el aire y la monotonía se duerme por hoy. Por fin puedes volver
a respirar, y el viento te envía hacia la montaña, y crees que ya llegaste a
donde perteneces a un ambiente que te recarga de energía.
Se presentan los elementos,
el viento te trae un cielo hermoso, traído desde lejos; y la tierra se hace
parte de ti y te conviertes en su fruto; luego sonríes porque el agua no
distorsiona tu imagen, se hace todo real mientras el fuego se oculta de la
lluvia dentro del corazón. Y se libera cada gota de pasión, al arder en ti, con
gigantesca explosión, y sabes que tus labios podrían quemar hasta derretir el
más frío corazón.
Sonríes, solo sonríes. Al
llegar la noche, con un suelo distinto, de pronto recaen en tu pecho los
recuerdos, los recuerdos de un muro pintado con sangre, y mi corazón se oprime
bajo las miradas de mi pasado estático, quieres llorar, quieres que te
consuelen con un abrazo, un antiguo "te quiero". Al final ya de este
día distinto, me sentí vacío, como en un día normal.
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