Anochece, y la media luna
absorbe mi medio corazón, se escuchan suspiros desde un lecho sangriento. Una
llamada a los sueños, una voz que pregunta, desde el otro lado de la línea,
¿Por qué lloras? Se escucha solo un “te quiero”, un “te extraño”, “no me dejes
solo”, “no me abandones…” pero, algo sucedió y mi mano soltó la tuya y caí en
un abismo donde un grito de ira controla mi cuerpo. Silencio… te digo que
extraño tu mano sobre mi cabeza, cobijándome como a un niño desolado, tu aroma
ya se fue de mi piel y tu pelo no es más apoyo para mi frente… y un abrazo
invisible te aprisiona dolorosamente, impidiéndote recibir ese abrazo real.
Amanece, y siento como si no
hubiera cerrado mis ojos mojados, veo tu sonrisa en una antigua foto y tus
palabras en mi corazón. Y me siento inseguro, siento miedo, miedo de no volver
a caminar juntos, de nunca más decir que nos queremos, tengo miedo de perderte
completamente.
Permanece, mi pena y mi
soledad y de nuevo te digo; mi querida amiga, mi inalcanzable compañera, mi
admirable confidente, solo te digo eso.
Entonces nada se escucha en la
otra línea y creyéndote dormida cuelgo la línea, olvidando recordarte cuanto me
haces falta tú.
Te quiero, te extraño…
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