lunes, 15 de marzo de 2010

Camino silenciosa, pensativa, las oscuras paredes de la Universidad a mi lado sonrién frías ante mi pesadumbre.

Se forma el miedo a la soledad en el bombeo de mis venas,
el odio escapa entre mis poros humedos y mis ojos cansados;
comienza todo...

Como un ritmo del norte los tambores resuenan en las ventanas,
el piso se mueve como el suave oleaje de Natri.

Me detengo un momento para admirar el despertar del planeta, el cómo sus suspiros se transforman en gritos y cantos antiguos. Caen trozos sobre la vereda, el polvo se eleva y las luces pacientes se revientan de furia.

Todo esta a oscuras, no se porque la primera impresión que tuve fue de que había provocado todo esto, a que nivel puede llevar la furia del ser humano?

Miro al fin el cielo de la ciudad despejado de las incomodas luces artificiales,
el niebla de cemento se disipa son el asomo de las antiguas estampidas del valle de Santiago, paseo ahumada y estado se convierten en acantilados y callejones de perdición.

Las palabras fluyen entre los que no se ven los rostros en la sombra, están a salvo, con sus creencias intactas y su paciencia activa.

Esperan con calma lo que viene, como lo que es; un inconveniente natural y esperable.

Sigo el paseo hundida aún en un espasmo constante, sin alinearme con lo que pasa en el corazón de los que salen asustados de las torres de la ciudad, la plaza se llena de razas distintas y miles de ojos oscuros.

Se ven todos tan iguales, tan indefensos, tan abandonados. Sueltan todos sus miedos cubiertos de rutina y se dejan llevar por los instintos de sobrevivir; abren puertas en los altos pisos a empujones, los truenos de los viejos edificios asustan a las parejas que dormían seguras o se amaban en el momento en que empieza la danza cósmica.

Todo pasa rápido para mí, no siento la necesidad de correr ni gritar, sólo miro el cielo oscuro al fin. La luna iluminando pálida y tímida mi rostro, aúllo a su luz hipnotizada nuevamente como siempre, con su belleza fingida.


Sin duda pensé en ti, y en muchos otros, pensado tal vez en que no tomarían esta situación como yo... no temo a la muerte, ni al desastre, ni al dolor, soy consciente de la solidaridad que tengo antes de que el mundo me golpee.

Confío plenamente en el tiempo, la incertidumbre, los elementos, el amor, la inteligencia, la paciencia y la honestidad, sé quien soy...

si muriera ahora, no me arrepentiría de nada. Cuantos puede decir esto?

Sin embargo, sé que podría ser mejor... y podría estar peor como ya lo he estado...


Me despido, disfrutando del baile que inician las capaz terrestres y el fuego que las quema desde dentro, me despido celebrando el pasado, que es lo que más tengo, el presente fugaz y el futuro infinito...

Saludos, que no sea necesario el desastre para que despierten las conciencias...

2 comentarios:

  1. "Si muriera ahora, no me arrepentiría de nada. Cuántos pueden decir esto?(...) que no sea necesario el desastre para que despierten las conciencias..."

    maravilloso, es una visión admirable en momentos como estos, como los que hemos pasado hace unos días.
    Ni te imaginas la alegría que significa recibir tus mensajes y leerte nuevamente conciente de que ambas tuvimos dicha suerte y desde antes dicha conciencia.

    te invito a leer Http://humanizandolatierra.blogspot.com

    A ver que tal te parece el tema.

    Un abrazo

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